Shell Brasil, filial del gigante energético con sede en el Reino Unido, realizó una apuesta multimillonaria en un proyecto que prueba el hidrógeno en motores diésel de buques marinos, como plataformas de perforación y petroleros, para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Esta inversión en un proyecto brasileño de investigación y desarrollo tecnológico permite a la petrolera unir fuerzas con Ocyan y LZ Energia, la unidad de negocio de Protium Dynamics, para descarbonizar las operaciones en alta mar.
En un intento por acelerar el camino hacia la descarbonización de la industria offshore, la iniciativa de los tres actores explorará el potencial de añadir hidrógeno a los motores de combustión interna de los buques marinos, ya que mantener un buque operando en posicionamiento dinámico o navegando en alta mar requiere un alto consumo de diésel.
«Somos optimistas sobre los resultados del proyecto H2R (hidrógeno para reducir las emisiones y el consumo). La tecnología en desarrollo pretende reducir el consumo de combustible y las emisiones de gases de efecto invernadero, además de contribuir a la descarbonización de la industria del petróleo y el gas en alta mar», indicó Eli Gomes, director de proyectos tecnológicos de Shell.
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Detalles del proyecto
El proyecto de Shell Brasil propone un sistema de producción de hidrógeno a la carta para afrontar el reto del almacenamiento y transporte de hidrógeno en operaciones mar adentro, capaz de recoger e interpretar continuamente los datos de los motores y calcular la cantidad de hidrógeno que debe producirse e inyectarse de forma segura y eficiente.
Dicho método propone la integración del hidrógeno con los motores diésel existentes, eliminando la necesidad de realizar modificaciones significativas en el buque.
Igor Zornitta Zanella, director de LZ Energia, explicó que el hidrógeno actúa como si fuera un catalizador que permite aumentar la eficiencia y, con ella, convertir el combustible en trabajo.
«La mejora se debe a la optimización de la combustión del combustible. Al añadir pequeñas dosis de hidrógeno, la combustión se produce con un retardo de ignición menor y de forma más homogénea, lo que da lugar a una combustión más completa y exhaustiva», dijo Zornitta.
«Las fracciones que antes se escapaban durante el proceso en forma de emisiones contaminantes se aprovechan ahora, lo que significa que se necesita menos combustible para realizar el mismo trabajo«, agregó el ejecutivo de LZ Energía.
LZ Energia ha realizando estudios de la tecnología aplicada a motores de camiones desde 2015, y constataron una reducción de hasta el 10% en el consumo de diésel y en las emisiones.
Sin embargo, se realizarán más pruebas de laboratorio con un motor grande para mejorar y madurar la tecnología hasta su evaluación en operaciones en alta mar. Esta tecnología, patentada por LZ Energia, obtuvo recientemente la calificación internacional de DNV, certificadora independiente de gestión de riesgos.
Sobre la inversión
Shell Brasil ha invertido cerca de 500 millones de reales (casi 97,04 millones de dólares) al año en investigación e innovación de nuevas tecnologías, con un enfoque cada vez mayor en la descarbonización de sus operaciones.
De dicha inversión, la empresa asignó 17,7 millones de reales (casi 3,46 millones de dólares), a través de la cláusula de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP).
Una vez calibrada la inyección de hidrógeno, el peso pesado de la energía prevé la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 10%, además de un descenso de los costos operativos.
Además, se calcula que las emisiones disminuirán en 4,5 toneladas de dióxido de carbono al año si el proyecto evoluciona y la tecnología se aplica a los motores de perforación y a los camiones cisterna.
Shell no solo se ha propuesto invertir entre 10.000 y 15.000 millones de dólares entre 2023 y finales de 2025 en soluciones energéticas con bajas emisiones de carbono, sino que también ha destinado 13.000 millones de dólares anuales durante esta década al petróleo y al gas, con especial atención al GNL, lo que podría suponer más de 100.000 millones de dólares en total para 2030.