Un estudio elaborado por la Cooperación Alemana-Brasileña para el Desarrollo Sostenible (GIZ), en colaboración con el Ministerio de Minas y Energía (MME), revela que la transición al hidrógeno verde en Brasil tiene potencial para aumentar el Producto Interior Bruto (PIB) en 61.500 millones de reales en 2050, lo que representa el 0,3% del PIB previsto para ese año, y crear alrededor de 177.000 puestos de trabajo en el mismo periodo.
El informe, aún inédito, ve un gran potencial en las industrias del combustible de aviación sostenible (SAF) y del acero, que representarían el 80% del uso energético a mediados de siglo.
Se barajan dos escenarios, con hidrógeno verde (escenario A) y sin él (escenario de referencia), con proyecciones para los años 2030, 2040 y 2050.
Markus Franke, director del Programa H2Brasil de la GIZ, señala que el país tiene potencial para convertirse en líder mundial en la producción de productos derivados como fertilizantes, acero verde y SAF.
«No es solo un sector nuevo, porque cuando hablamos de hidrógeno verde, hablamos de muchos productos, metanol verde, fertilizante verde y muchos otros. Es una posibilidad para la neoindustrialización de Brasil», declaró a la agencia eixos.
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Impulso a la productividad en Brasil
Como la exportación directa de hidrógeno verde está rodeada de desafíos, las recomendaciones son que Brasil utilice la fuente de energía para producir acero y fertilizantes verdes, por ejemplo, y vender productos con mayor valor añadido en el mercado internacional.
Franke cree que este modelo podría impulsar la competitividad internacional del país, además de beneficiar directamente a la agroindustria brasileña, que ya está apostando por los fertilizantes sostenibles.
A pesar del aumento, serán necesarias altas inversiones en la industria para cambiar sus tecnologías de producción con el fin de incorporar el hidrógeno en sus actividades, lo que, en un escenario amplio, podría tener un impacto negativo de R$ 3,1 mil millones en el PIB, lo que representa una caída del 0,016%, calcula la GIZ.
Los expertos subrayan que esta pérdida se compensa, sin embargo, con la creación de puestos de trabajo y la mitigación de los impactos ambientales. Además, mantener el consumo de combustibles fósiles podría provocar una contracción mucho mayor del PIB en 2050.
«Si no hacemos estas adaptaciones también tendríamos externalidades negativas para el clima, como estamos viendo ahora, como las precipitaciones en Rio Grande do Sul, la sequía en la Amazonia o lluvias más intensas en la ciudad de São Paulo. Esto también tiene un costo y provocaría una contracción del PIB», explicó Luciano da Silva, consultor técnico de la GIZ.
Cabe destacar que no se consideraron posibles penalizaciones para los productos brasileños que no reduzcan su huella de carbono, como el acero, el cemento y otros, que estarán sujetos al Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM) de la Unión Europea, un impuesto para fijar el precio de las emisiones de los productos importados al bloque.