Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía en América Latina y el Caribe podrían aumentar dos puntos porcentuales en 2030 y 11 puntos en 2050 con las políticas actuales, a pesar de un menor uso de combustibles fósiles y más energías renovables, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en la región ascienden a 1.660 millones de toneladas en la actualidad y se estima que alcanzarán 1.850 millones de toneladas en 2050, según la IEA en su primer informe Perspectivas Energéticas de América Latina.
El reporte de la organización explora principalmente dos escenarios:
- Uno que tiene en cuenta la configuración actual de las políticas
- Otro que asume que todos los compromisos y objetivos se alcanzan en su totalidad y a tiempo, incluidos los objetivos climáticos establecidos por las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) en el marco del Acuerdo de París.
El aumento de las emisiones de CO2 se produce a pesar de que se calcula que la cuota de las energías renovables en el mix energético pasará del 28% en 2022 a más del 40% en 2050.
Según la IEA, en el sector eléctrico, la cuota de las energías de bajas emisiones pasará del 63% en 2022 a más del 80% en 2050, con las políticas actuales, y más de dos tercios del aumento procederán de la energía solar fotovoltaica y eólica.
Por su parte, la cuota de combustibles fósiles se reducirá hasta el 18% en 2050, frente al 36% en 2022.
El uso de petróleo y carbón para la generación de electricidad se reducirá drásticamente, mientras que la demanda de gas natural aumentará una cuarta parte hasta 2030, alcanzará su punto álgido en torno a 2040 y retrocederá en 2050.
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Escenario alternativo
En un escenario en el que se cumplan los compromisos y objetivos incluidos en las NDC, se calcula que las emisiones regionales disminuirán casi 10% en 2030 y se situarán por debajo de los 800 millones en 2050.
La cuota combinada de energía eólica y solar fotovoltaica en el mix eléctrico pasará del 11% actual a casi el 30% en 2030 y superará el 60% en 2050.
Según el informe, el suministro de petróleo en la región aumentará de 2022 a 2030 en ambos escenarios, alcanzando alrededor de 11 millones de barriles por día (bpd) en el escenario de las políticas actuales y 10 millones bpd en los escenarios de los NDC y cero neto. Las exportaciones aumentarán en casi 2 millones de bpd en ambos escenarios.
En el segundo escenario, la oferta de petróleo disminuirá más de 35% entre 2030 y 2050, y todos los productores reducirán su oferta debido a la menor demanda de petróleo tanto a nivel nacional como internacional.
Otros combustibles
La IEA prevé un crecimiento de la producción de biocombustibles y otros combustibles avanzados, con ambos escenarios mostrando crecimiento de la demanda de bioenergía moderna con respecto a 2022.
Pero, la IEA indica que hay diferencias en la combinación subyacente de combustibles y usos. Con las políticas actuales, el uso tradicional de la biomasa se reducirá en torno a 15% para 2030, mientras que en el escenario de los objetivos climáticos se reducirá a la mitad.
Por el contrario, el crecimiento de la demanda de biocombustibles líquidos es mayor en el escenario de los objetivos climáticos, impulsado sobre todo por el transporte por carretera y en parte por los nuevos combustibles para el transporte marítimo y el queroseno biojet para la aviación.
La proporción de bioenergía moderna en la combinación energética aumenta en tres puntos porcentuales en la región para 2030 en el escenario de políticas actuales, pero de forma más significativa si se tienen en cuenta los compromisos climáticos y las NDC.
La producción de hidrógeno consume alrededor de 1,5 puntos porcentuales del suministro energético total de la región. Con las políticas actuales, la producción de hidrógeno en la región aumentará casi 40 % respecto a su nivel de 2022 en 2030 y se duplicará en 2050. Aumentará dos tercios para 2030 y seis veces para 2050 si se cumplen todos los compromisos climáticos y las NDC.
Con las políticas actuales, el hidrógeno de bajas emisiones pasará de casi cero a representar el 5 % de la producción total de hidrógeno en 2030 y el 25 % en 2050, aunque la mayor parte de este combustible seguirá siendo gas natural. Según la IEA, representará más del 25% de la producción total en 2030 y más del 85% en 2050, si se cumplen las NDC.
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