En el marco del proyecto Team Europe Initiative para el Desarrollo del Hidrógeno Renovable en Chile (RH2), cofinanciado por la Unión Europea y el Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima de Alemania (BMWK), e implementado por la agencia alemana GIZ, se firmó un acuerdo de subvención con la Universidad de Chile (UCH), para desarrollar mediante el uso del sistema satelital Copernicus, un mapa de coberturas de humedales y turberas en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.
Debido a los fuertes y constantes vientos que hay en esta región, existe gran interés en desarrollar proyectos de energías renovables para la producción de hidrógeno verde y derivados, por lo cual es fundamental contar con información actualizada que facilite y permita un correcto análisis a las instituciones interesadas.
Rodrigo Vásquez, coordinador nacional del Proyecto RH2 de GIZ, explicó que “se requiere tener herramientas tecnológicas para la evaluación de grandes extensiones de terreno, en el marco del desarrollo del hidrógeno verde. Esto ayudará a la gestión territorial sustentable y pondrá a disposición de los titulares de los proyectos información valiosa, para así evitar potenciales impactos en estos ecosistemas”.
Por su parte, Florencio Utreras, profesor titular del Centro de Modelamiento Matemático (CMM) de la UCH, dijo que “utilizando las imágenes satelitales provistas por la constelación Sentinel del Programa Copernicus, junto con datos capturados en terreno mediante una campaña de medición de diferentes coberturas de suelo e indicadores de estado, tales como grado de cobertura de especies herbáceas, especies dominantes de bosque nativo, contenido de agua, entre otros, desarrollaremos un mapa de coberturas de suelo y un catálogo de humedales y turberas de la zona de interés para los proyectos en la región de Magallanes”.
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Cuidado a la biodiversidad
Las turberas, que corresponden a un tipo de humedal ácido en el cual se produce la acumulación superficial por capas de material orgánico en un estado de descomposición conocido como turba, cumplen un rol esencial en el desarrollo de la vida en la Tierra.
Son garantes de una biodiversidad única, reguladoras del clima, permiten la acumulación de cuerpos de agua dulce y su filtrado, secuestrando y almacenan el carbono de la atmósfera en la tierra.
Para Ewout Sandker, jefe de cooperación de la Delegación de la Unión Europea en Chile, esta colaboración entre ambos programas es muy relevante ya que permite utilizar la información que provee el programa Copernicus para monitorear las variables ambientales como la disponibilidad de agua superficial, cobertura vegetacional, zonas de nidificación, biodiversidad, etc.
«Todos esos son aspectos claves para asegurar que el desarrollo de esta industria se haga minimizando lo más posible los impactos negativos que puedan generar los proyectos que se construirán en las comunidades y ecosistemas aledaños», indicó.
Copernicus es el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, que mira al planeta y su entorno, ofreciendo servicios de información basados en la observación satelital provista por su red de satélites y datos in situ.