América Latina y el Caribe han mostrado el crecimiento más lento en términos de transición energética en la última década, pero Brasil y Chile han obtenido resultados extremadamente buenos, situándose entre los 20 países con mejores resultados de todo el mundo, según el Informe 2024 del Foro Económico Mundial,«Fostering Effective Energy Transition».
Ambos países cuentan ahora con una combinación energética diversificada, en la que las fuentes renovables contribuyen significativamente a su demanda de energía.
Además, se espera un mayor crecimiento en los próximos años, a medida que ambos países continúen desarrollando su capacidad de energía renovable, con Brasil centrándose en un alejamiento gradual de la producción de petróleo y gas, y Chile apoyando la industria de tecnologías limpias a través de la producción de litio.
Brasil y Chile han abordado la transición energética de forma diferente, pero tienen varios logros en común:
- Buscan mejorar la seguridad energética invirtiendo en una combinación diversa de fuentes de energía;
- Aumentan la cuota de energías renovables;
- Introducen mecanismos de tarificación del carbono;
- Establecen entornos normativos que apoyen a la transición energética.
El informe muestra que Brasil redobló su apuesta por la energía hidroeléctrica y los biocombustibles para impulsar su capacidad de energía renovable, además de introducir nueva capacidad de energía eólica y solar, mientras que las energías renovables aportan ahora casi la mitad de la demanda energética del gigante suramericano.
Brasil, como actual presidente del G20, está apoyando los esfuerzos para descarbonizar los sectores difíciles de eliminar a través de la Iniciativa de Descarbonización Industrial Profunda.
Chile, por su parte, ha aumentado considerablemente su capacidad de energía renovable en los últimos años, y en la actualidad, la energía solar y eólica representan alrededor del 35% de la demanda energética del país.
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Avances en Brasil
Este mes de septiembre, el Senado votó a favor del proyecto de ley sobre el combustible del futuro, que se espera ayude a acelerar la transición ecológica de Brasil. La ley establece programas nacionales para el gasóleo verde, el combustible de aviación sostenible (SAF) y el biometano, con el objetivo de descarbonizar las industrias difíciles de eliminar.
Según la consultora Oliver Wyman, el programa podría contribuir a aumentar la demanda anual de biocombustibles líquidos en 11.700 millones de litros adicionales y la de biometano en 3.400 millones de m3. Esto podría suponer una inversión adicional de 10.400 millones de dólares en el sector.
En marzo, se aprobó el programa de transición energética Paten, que aportará fondos procedentes de créditos fiscales y de otro tipo que el Gobierno federal adeuda a las empresas.
Dicho programa incluirá financiación para empresas que inviertan en energía verde y tecnologías limpias. Una de las principales prioridades del programa será la expansión de la producción y transmisión de centrales solares, eólicas, de biomasa, biogás, gas natural e hidroeléctricas de hasta 50MW.
En agosto, Brasil votó a favor de un nuevo marco jurídico para el hidrógeno con bajas emisiones de carbono, estableciendo la Política Nacional de Hidrógeno con Bajas Emisiones de Carbono.
También se puso en marcha el Sistema Brasileño de Certificación del Hidrógeno y el Régimen Especial de Incentivos a la Producción de Hidrógeno con Bajas Emisiones de Carbono (Rehidro), diseñado para fomentar el desarrollo tecnológico e industrial.
Retos en Chile
En el país austral, el Gobierno ha acelerado la transición energética mediante el establecimiento de un marco regulador estable, la promoción de asociaciones público-privadas y políticas climáticas sólidas.
Chile planea desarrollar su línea de transmisión eléctrica más larga para acelerar aún más su transición ecológica, con una línea que transportará hasta 3.000 MW de electricidad entre la provincia norteña de Antofagasta y la capital, Santiago.
A pesar del rápido aumento de su capacidad de energía verde, la infraestructura de transmisión de Chile se ha quedado rezagada en los últimos años, por lo que se espera que el proyecto de transmisión Kimal-Lo Aguirre ayude a conectar más proyectos de energías renovables a la red.
Por otra parte, Chile sigue teniendo dificultades para establecer una mayor estabilidad en su combinación de energías renovables, ya que experimenta una distribución desigual de la energía limpia a lo largo del día, lo que obliga al país a seguir dependiendo de los combustibles fósiles durante las horas en que no se produce energía renovable.
Una forma en que el país abordará los problemas de fiabilidad es desarrollando su capacidad de almacenamiento en baterías a escala de servicio público: En mayo se anunciaron tres proyectos de almacenamiento de energía en baterías a gran escala, que se ubicarán junto a plantas solares.
Además, Chile se convertirá en el segundo mayor mercado de baterías de América, después de EE.UU. En 2023, Chile lanzó 12 proyectos de almacenamiento, con una capacidad total de 1,3 GW, y actualmente cuenta con 85 proyectos de almacenamiento, por un total de 6,4 GW, en diversas fases de desarrollo.