En Brasil, el Grupo de Trabajo sobre Transiciones Energéticas (ETWG) del G20, presidido por el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, alcanzó a fines de la semana pasada una declaración conjunta que incluye la necesidad de crear estándares globales para la medición de emisiones, el reconocimiento de las circunstancias locales y la neutralidad tecnológica para la descarbonización.
El tema encontró resistencia durante las conversaciones bilaterales en Foz do Iguaçu, Brasil, pero fue superado en la recta final de las negociaciones. Se trata de la primera declaración de los ministros de Energía desde la reunión del G20 de 2021 en Nápoles, Italia, y desde entonces, no se había alcanzado un consenso.
Silveira destacó como uno de los puntos centrales del documento el «compromiso de acelerar transiciones energéticas limpias, sostenibles, justas, accesibles e inclusivas que no dejen a nadie atrás, especialmente a los pobres y a aquellos en situación de vulnerabilidad».
«No dejar a nadie atrás es una de las principales directrices de nuestro Gobierno y que ahora hemos podido aprobar por aclamación de los ministros del G20», dijo el ministro.
Destacó que el texto también reconoce la «necesidad de capitalizar y aumentar las inversiones de todas las fuentes y canales financieros para superar el déficit de financiación de las transiciones energéticas globales», especialmente en los países en desarrollo.
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Triunfo para la agenda de Brasil
El documento marca algunas victorias para la agenda brasileña. Una de ellas es la inclusión del «desarrollo de metodologías y estándares para tener en cuenta la información científica y técnica del IPCC, así como las circunstancias nacionales, y colaborar para aumentar la consistencia en los enfoques metodológicos para evaluar las emisiones de GEI de los combustibles sostenibles».
Otra es adoptar «enfoques tecnológicamente neutros, integrados e inclusivos para desarrollar y desplegar una variedad de combustibles y tecnologías sostenibles, incluso para la reducción y eliminación del carbono y desplegar una variedad de combustibles y tecnologías sostenibles, incluso para la reducción y eliminación del carbono».
Para Brasil, la estandarización de la contabilidad de emisiones, así como la consideración de aspectos regionales y de neutralidad tecnológica, abre espacio para el mayor interés del gigante suramericano, que es la inclusión de los biocombustibles, especialmente los de primera generación, en la descarbonización del transporte.
Y, consecuentemente, la posibilidad de recibir financiación internacional para proyectos en el país.
«Brasil trabajó en un texto que buscaba internalizar una serie de construcciones que estaban alineadas con las prioridades que elegimos discutir en este grupo (…) Una de las cosas que nos dimos cuenta que era fundamental es justamente la contabilidad del carbono», dijo Mariana Espécie, asesora especial del ministro.
«Tenemos que conseguir que estos organismos que trabajan a nivel multilateral, como las agencias internacionales de aviación y transporte marítimo, hablen el mismo idioma», añadió.
Espécie fue la coordinadora del ETWG y dirigió las negociaciones por parte brasileña, con el embajador André Corrêa do Lago, secretario de Clima, Energía y Medio Ambiente, y Laís Garcia, jefa de la División de Energías Renovables, ambos del Ministerio de Asuntos Exteriores.