En un momento en que la crisis climática y la escasez de agua se intensifican, América Latina comienza a explorar el potencial del hidrógeno verde no solo como fuente energética limpia, sino como herramienta estratégica para transformar la gestión del agua.
Nuevas investigaciones y proyectos piloto están demostrando que este vector energético puede impulsar procesos de desalinización y tratamiento de aguas residuales, abriendo un nuevo capítulo en la sostenibilidad hídrica de la región.
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Desalinización con energía limpia
La desalinización tradicional, aunque efectiva, suele depender de fuentes fósiles intensivas en carbono. Sin embargo, al integrar el hidrógeno verde como fuente energética, se reduce drásticamente la huella ambiental del proceso.
En países como Chile, donde la radiación solar y los vientos costeros son abundantes, se están desarrollando plantas desalinizadoras alimentadas por energías renovables que producen hidrógeno in situ para alimentar los sistemas de ósmosis inversa.
Proyectos piloto en la Región de Antofagasta, por ejemplo, están demostrando que es posible obtener agua potable de forma sostenible mediante sistemas de ósmosis inversa alimentados por este vector energético limpio, reduciendo significativamente la huella de carbono en zonas con escasez hídrica.
Perú también ha avanzado en esta transición con la planta Cachimayo, una de las más emblemáticas de Sudamérica, y que utiliza hidrógeno verde generado con fuentes renovables para producir nitrato de amonio, un insumo clave en la minería. Aunque no se enfoca directamente en la gestión del agua, demuestra cómo el vector puede integrarse en industrias intensivas en recursos hídricos, reduciendo su impacto ambiental.
Este enfoque no solo permite obtener agua potable de manera más sostenible, sino que también mejora la seguridad hídrica en regiones como el norte chileno o la costa peruana, donde la disponibilidad de agua dulce es limitada y la demanda industrial y agrícola sigue creciendo.
Aguas residuales como fuente de energía
Una de las aplicaciones más prometedoras es la producción de hidrógeno verde a partir del tratamiento de aguas residuales mediante celdas de electrólisis microbiana.
Esta tecnología emergente permite generar hidrógeno aprovechando los residuos orgánicos presentes en el agua, lo que convierte un pasivo ambiental en un activo energético.
Investigadores en Brasil, México y Colombia están trabajando en el diseño de ánodos más eficientes y económicos para estas celdas, con el objetivo de escalar su uso en plantas de tratamiento urbanas e industriales.
Además, en Brasil y Colombia, los investigadores están desarrollando celdas de electrólisis microbiana que permiten generar hidrógeno verde a partir de residuos orgánicos presentes en el agua.
Esta tecnología emergente no solo produce energía limpia, sino que también convierte un pasivo ambiental en un recurso útil, apoyando la economía circular y reduciendo costos operativos en plantas de tratamiento urbanas.
Otra iniciativa destacada es el Proyecto Haru Oni en Chile, ubicado en la Región de Magallanes, donde se producen combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde y CO2 capturado. Aunque su foco es energético, su tecnología podría adaptarse para impulsar soluciones de tratamiento de agua en áreas remotas.
Estos ejemplos reflejan cómo América Latina avanza con pasos firmes hacia un futuro más sostenible, integrando agua y energía mediante soluciones basadas en hidrógeno verde.
Impacto: más allá de la tecnología
La implementación de estas soluciones tiene implicaciones profundas para la equidad social y la resiliencia climática.
Comunidades rurales y periurbanas que enfrentan estrés hídrico podrían beneficiarse de sistemas descentralizados de tratamiento y desalinización alimentados por hidrógeno verde, mejorando su acceso a agua segura y reduciendo su vulnerabilidad ante sequías prolongadas.
Además, al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la gestión del agua, estas tecnologías contribuyen a los compromisos climáticos de la región y fortalecen su posición en los mercados internacionales de carbono.
América Latina como epicentro de innovación climática
La combinación de recursos naturales, voluntad política y creciente inversión internacional posiciona a América Latina como un laboratorio ideal para el desarrollo de estas tecnologías.
Iniciativas como la Alianza Latinoamericana por el Hidrógeno Verde y los programas de cooperación con la Unión Europea están canalizando fondos y conocimiento técnico hacia proyectos que integran agua, energía y sostenibilidad.
Aunque el potencial es enorme, aún existen retos técnicos, regulatorios y financieros. La estandarización de tecnologías, la capacitación de talento local y la creación de marcos normativos que incentiven la innovación serán claves para escalar estas soluciones.
No obstante, el camino está trazado: el hidrógeno verde no solo puede descarbonizar la economía, sino también regenerar la relación de América Latina con uno de sus recursos más vitales, el agua.