En medio del auge internacional por el hidrógeno verde, Chile debate su rol estratégico frente a una industria que promete transformar profundamente su matriz productiva.
La idea de crear una Empresa Nacional del Hidrógeno Verde ha comenzado a tomar forma como respuesta estructural ante la creciente presencia de capital extranjero y la falta de control nacional sobre la cadena de valor.
El objetivo es claro: evitar que el país repita errores históricos en la gestión de sus recursos naturales, como ocurrió con el salitre, el cobre y el litio, y construir una gobernanza industrial que permita capitalizar el desarrollo energético desde dentro.
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Proyectos activos y potencial técnico-económico
Hasta julio de 2025, el Ministerio de Energía reportó 43 proyectos vinculados al hidrógeno verde en Chile, distribuidos en las regiones de Antofagasta, Atacama, Magallanes y Tarapacá: 28 se encuentran en etapa de prefactibilidad, 11 en desarrollo avanzado y 4 operan como pilotos.
La capacidad total de electrólisis proyectada supera los 28 gigavatios, con expectativas de exportar 15 millones de toneladas anuales de hidrógeno verde hacia 2040. A precios conservadores de 1,1 dólares por kilogramo, ese volumen equivaldría a más de 16.000 millones de dólares en valor FOB (costo puesto a bordo) para el país.
Gracias a su geografía privilegiada, Chile podría alcanzar costos de producción entre 1,4 y 1,9 dólares por kilogramo hacia 2030.
En el norte, los factores de planta solar fotovoltaica superan el 32%, mientras que en Magallanes los vientos alcanzan velocidades medias de 9 metros por segundo, permitiendo más de 3.000 horas de carga anual.
Además, los precios de generación renovable ya han descendido por debajo de los 25 dólares por megavatio-hora en licitaciones públicas recientes.
Dominio extranjero y ausencia de capacidades
A pesar del entusiasmo técnico, la mayoría de los proyectos vigentes, 35 de los 43 registrados, están bajo control de consorcios o capital extranjero, lo que representa un 81% de inversión directa internacional.
Empresas de Alemania, Canadá, China, Australia y Estados Unidos lideran el desarrollo, mientras Chile enfrenta serias limitaciones en aspectos clave como la fabricación de electrolizadores, la certificación de trazabilidad verde, el almacenamiento y la logística industrial.
El Instituto de Tecnologías Limpias en Antofagasta aún se encuentra en fase piloto, y no existe una red de laboratorios nacionales de certificación reconocidos internacionalmente.
Esta falta de infraestructura crítica pone en riesgo la posibilidad de que Chile se convierta, una vez más, en exportador de materia prima sin valor agregado ni desarrollo tecnológico propio.
Justificación estratégica de una empresa nacional
Una Empresa Nacional del Hidrógeno Verde permitiría al Estado participar directamente en áreas estratégicas como la planificación territorial, la inversión en infraestructura industrial, el desarrollo tecnológico y la formación de capital humano.
Además, podría facilitar alianzas público-privadas orientadas por criterios soberanos y articular una política energética coherente con los intereses del país. La idea no busca excluir la inversión privada, sino complementarla bajo un modelo mixto que permita asegurar el control de nodos clave en la cadena de valor.
Una propuesta preliminar presentada ante el Senado sugiere que la empresa esté alojada bajo el paraguas institucional de CORFO, con una gobernanza similar a la de ENAP: participación estatal mayoritaria, operación técnica profesional y articulación intersectorial.
Algunos modelos comparables:
- Noruega ofrece un ejemplo interesante: el Estado controla el 67% de Equinor (ex Statoil), una empresa líder mundial en offshore e hidrógeno azul.
- En Brasil, Petrobras ha generado más de 500 patentes energéticas en dos décadas y ha sido clave en el desarrollo de biocombustibles y energías limpias.
- Alemania, con la plataforma H2Global, garantiza precios de compra estables mediante contratos públicos de largo plazo que benefician a productores locales.
Estos modelos demuestran que la participación estatal no limita la innovación ni la competitividad, sino que puede potenciarla bajo reglas de largo alcance.
Impacto potencial en la economía chilena
Según el Consejo del Hidrógeno y McKinsey & Company, la industria podría representar hasta el 9% del PIB nacional hacia 2050, generar más de 300.000 empleos directos e indirectos, y atraer más de 70.000 millones de dólares en inversión acumulada.
Para que este escenario se materialice, Chile necesita mucho más que inversión extranjera: requiere visión estratégica, capacidades técnicas, instituciones fuertes y una narrativa energética propia.
La Empresa Nacional del Hidrógeno Verde podría encarnar esa narrativa, articulando competitividad, sostenibilidad y soberanía industrial en torno a un recurso con alto valor geopolítico.
En lugar de ser un simple proveedor de energía primaria, Chile tendría la oportunidad de convertirse en líder tecnológico, exportador de soluciones limpias y constructor de una economía verde con sello propio.
Múltiples debates en el «Latam Mobility Cono Sur 2025»
La actualidad y las perspectivas del hidrógeno verde y los combustibles limpios formarán parte de las temáticas que se analizarán el 26 y 27 de agosto en el «Latam Mobility Cono Sur 2025» a realizarse en la ciudad de Santiago de Chile.
Este encuentro reunirá a más de 500 profesionales del sector, incluyendo alcaldes, ministros, CEOs de empresas líderes y representantes de organismos multilaterales, quienes profundizarán en las soluciones concretas para acelerar la transición energética del transporte al sur del continente.
Para más información sobre cómo participar en el«Latam Mobility Cono Sur 2025» y las opciones de posicionamiento, pueden escribir a info@investinlatam.org
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