En un momento clave para la transición energética mundial, Chile y Brasil han intensificado sus estrategias para convertirse en los grandes polos exportadores de hidrógeno verde en la región.
Ambos países avanzan en la consolidación de sus hubs de producción y exportación, con proyectos de gran escala, marcos regulatorios innovadores y una clara proyección hacia los mercados internacionales, especialmente Europa y Asia.
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Brasil acelera con hubs regionales y financiamiento internacional
Brasil ha emergido como el actor más dinámico del último año en materia de hidrógeno verde. Durante el Congreso H2LAC 2025, realizado en São Paulo, fue reconocido como líder regional gracias a la madurez de su estrategia y a los avances regulatorios y financieros que ha logrado implementar.
El país puso en marcha una convocatoria de mil millones de euros destinada al desarrollo de hubs regionales de hidrógeno, de la cual ya se han seleccionado 12 proyectos que avanzan a la segunda fase de ejecución.
El gobierno federal, a través de su Plan Trienal Nacional 2023–2025, ha trazado un camino sólido para integrar el hidrógeno en su matriz energética. De las 65 acciones previstas en este plan, 32 ya se encuentran en desarrollo, con una inversión cercana a los 41,2 millones de dólares destinada a investigación y desarrollo tecnológico. Estas acciones se complementan con el despliegue de plantas piloto en diferentes regiones del país, que servirán como base para la consolidación de hubs nacionales hacia 2035.
La estrategia brasileña apunta a que, para 2030, el país se convierta en el productor de hidrógeno más competitivo de América Latina. Su apuesta está íntimamente ligada a su vasta infraestructura portuaria y a la diversificación de su matriz energética, que combina fuentes hidroeléctricas, solares, eólicas y biomasa.
Esto pone a Brasil en una posición privilegiada para establecer corredores marítimos de exportación hacia Europa, un mercado que busca desesperadamente diversificar sus suministros de energía limpia.
Chile avanza con megaproyectos y alianzas internacionales
Chile, por su parte, ha continuado en 2025 con la consolidación de su estrategia de hidrógeno verde, destacando tanto en la región como en los foros internacionales. En mayo, ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental proyectos energéticos por un valor superior a los 43.000 millones de dólares, entre los que sobresale el megaproyecto TotalEnergies H2.
Dicho proyecto, ubicado en la región de Magallanes, contempla una inversión estimada en 16.000 millones de dólares y está orientado a la producción, almacenamiento y exportación de amoníaco verde, considerado uno de los derivados más competitivos para el transporte de hidrógeno.
El liderazgo chileno también se ha proyectado hacia la escena global. Durante el World Hydrogen Summit 2025, celebrado en Róterdam, la delegación chilena encabezada por el Ministerio de Energía presentó los avances regulatorios y las oportunidades de inversión que ofrece el país.
Allí se exploraron nuevas sinergias con la Unión Europea en materia de logística y certificación, especialmente vinculadas al desarrollo de corredores de hidrógeno verde entre ambos continentes.
La estrategia chilena se apoya en un marco institucional robusto y en la ventaja comparativa de contar con los recursos renovables más competitivos del mundo. El desierto de Atacama ofrece una radiación solar única, mientras que la Patagonia dispone de un recurso eólico de clase mundial.
Las condiciones naturales mencionadas, sumadas a la confianza que genera su política energética, permiten a Chile consolidarse como un socio confiable para el suministro de energía limpia.
Sinergias y contrastes en la apuesta regional
Aunque Chile y Brasil se presentan con enfoques distintos, ambos coinciden en la visión de convertir a Latinoamérica en un hub global de hidrógeno verde. Brasil ha optado por un modelo descentralizado, basado en hubs regionales apoyados en un marco regulatorio integral y financiamiento multilateral.
En contraste, Chile ha concentrado sus esfuerzos en megaproyectos emblemáticos y alianzas internacionales que permitan escalar rápidamente la producción y generar confianza en los mercados.
Estas diferencias no representan una competencia directa, sino más bien una oportunidad de complementariedad. Mientras Brasil construye un ecosistema robusto que abarca investigación, innovación y diversificación territorial, Chile avanza en el posicionamiento internacional y en la creación de infraestructura destinada a la exportación a gran escala.
Juntos, ambos países podrían consolidar un corredor latinoamericano que sirva de puente entre las energías renovables del Cono Sur y los mercados industriales de Europa y Asia.
Proyección global de los hubs sudamericanos
El fortalecimiento de los hubs de exportación en Chile y Brasil no solo tiene un impacto económico, sino también geopolítico. Europa ha señalado de manera reiterada su interés en establecer acuerdos de suministro con países latinoamericanos, mientras que Asia observa con atención la evolución de estos proyectos para diversificar sus importaciones de energía limpia.
De cumplirse las metas actuales, en la próxima década ambos países podrían liderar un bloque exportador de hidrógeno verde con capacidad de abastecer millones de toneladas anuales.
Este escenario abriría un nuevo capítulo en la inserción de la región en la economía global, poniendo al Cono Sur como una de las piezas centrales en la lucha contra el cambio climático y en el rediseño de los mercados energéticos internacionales.