Una investigación recientemente publicada por la Universidad Estatal de Michigan (MSU) detalla cómo el pasto varilla, especie de planta utilizada para biocombustibles, puede mitigar los efectos del cambio climático cuando se cultiva en tierras marginales (tierras agrícolas de poco valor).
La investigación, publicada en Environmental Research Letters, señala también que para los agricultores puede proporcionar rendimientos económicos en dichos espacios que, de otro modo, serían improductivos.
El equipo fue dirigido por Bruno Basso, profesor de la Fundación MSU en los departamentos de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente; y de Plantas, Suelos y Ciencias Microbianas. También participaron Seungdo Kim, profesor de investigación asociado de la Facultad de Ingeniería de la MSU, y Rafael Martínez-Feria, investigador postdoctoral en el laboratorio de Basso.
Los biocombustibles lignocelulósicos, que se fabrican a partir de biomasa vegetal, son una de las únicas fuentes de energía renovables actuales con potencial como alternativa de combustible para los vehículos, pero los problemas asociados a los combustibles fósiles no se solucionan con la simple plantación de más cultivos para biocombustibles.
«Cultivar lo suficiente como para utilizar los cultivos de biocombustible para en el sector del transporte a gran escala requeriría cambios masivos en el uso de la tierra. Este es un problema con muchas capas: de seguridad alimentaria, si la tierra que antes se utilizaba para cultivos de alimentos se destina a biocombustibles; y de emisión de gases de efecto invernadero, si la tierra no cultivada actualmente se ve superada por los sistemas de producción de cultivos», señaló Basso.
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Rentabilidad y respeto por el ambiente
Para el proyecto, se utilizaron sistemas de simulación de cultivos que tienen en cuenta los datos del suelo, el clima y la gestión, incluyendo tres modelos anteriores y el programa System Approach to Land Use Sustainability (SALUS) de Basso, que simula la producción diaria de los cultivos a lo largo de muchos años utilizando diferentes estrategias de gestión.
El conjunto de modelos múltiples está diseñado para comprender y cuantificar las incertidumbres procedentes de los datos de entrada y parámetros de cada uno de ellos. Basso agregó que este es el primer estudio que utiliza modelos vinculados a la inteligencia artificial para el pasto varilla utilizado en la producción de bioenergía.
«Para conseguir que los agricultores cambien su comportamiento, el cambio tiene que tener sentido para ellos desde el punto de vista económico. Nuestro objetivo era examinar si las tierras marginales podían ser a la vez rentables y respetuosas con el medio ambiente, algo que sería una victoria para todos los implicados»
Bruno Basso, jefe de la investigación
Resultados
El equipo de Basso descubrió que una baja cantidad de fertilizante nitrogenado proporcionaba un aumento del rendimiento a largo plazo que compensaba las emisiones de gases de efecto invernadero, un hallazgo que va en contra de otros estudios.
Los investigadores creen que el beneficio puede ser mucho mayor en tierras limitadas por la deficiencia de nitrógeno. Basso señaló que el uso de esta estrategia no es tan eficaz en zonas con un suelo rico en carbono orgánico, o con escasas precipitaciones y temporadas de crecimiento cortas.
«Esto demuestra que algunas tierras marginales que carecen de nitrógeno tienen un valor potencial para la producción de cultivos para biocombustibles, lo cual es de interés para los agricultores que buscan aumentar la rentabilidad y de importancia medioambiental al reducir la huella de carbono de la operación», dijo Basso.
La investigación ha sido financiada en parte por el Centro de Investigación de Bioenergía de los Grandes Lagos; el programa de Investigación Biológica y Medioambiental de la Oficina de Energía de Estados Unidos; el Instituto Nacional de Alimentación y Agricultura del Departamento de Agricultura de Estados Unidos; y MSU AgBioResearch.
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Redacción | Antonio Vilela