Uruguay dio un paso firme hacia la consolidación de su estrategia de hidrógeno verde al publicar un estudio técnico que aborda una de las preocupaciones más recurrentes en torno al desarrollo de esta nueva industria: el uso del agua.
El documento, elaborado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) del país responde a interrogantes estratégicos sobre la viabilidad hídrica de los futuros proyectos y despeja dudas que, en otros países, han frenado el avance del hidrógeno como vector energético.
La investigación forma parte de la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde promovida por el gobierno uruguayo, y se propone evaluar el impacto de la demanda hídrica bajo distintos escenarios industriales.
El estudio no solo se limita a una revisión teórica: incluye modelaciones comparativas entre cuencas, análisis de estacionalidad y recomendaciones concretas para la planificación territorial y la gobernanza de los recursos.
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Consumo hídrico por electrólisis: cifras, retornos y eficiencia
Uno de los datos centrales del informe es que se requieren aproximadamente nueve litros de agua por cada kilogramo de hidrógeno producido mediante electrólisis.
Este número, aunque relevante, se contextualiza en un sistema donde buena parte del agua utilizada, particularmente para refrigeración, retorna al ciclo hidrológico sin pérdidas significativas ni contaminación. Es decir, se trata de un uso técnico que no compite de forma directa con los usos domésticos o agrícolas cuando se gestiona adecuadamente.
El informe explica que, aun considerando el conjunto de procesos involucrados en la electrólisis y la refrigeración, el impacto acumulativo en términos de estrés hídrico es marginal en comparación con las disponibilidades actuales.
En cuencas con mayor presión estacional, los proyectos pueden operar bajo parámetros de ajuste, sin necesidad de alterar significativamente la matriz de consumo ni los equilibrios ecosistémicos.
Evaluación de cuencas y escenarios de alta concentración industrial
En este aspecto, el estudio adquiere mayor valor estratégico: se analizaron diferentes cuencas, incluyendo aquellas cercanas a zonas con potencial de instalación de electrolizadores e infraestructura energética.
Un ejemplo notable es la cuenca del río Uruguay, donde el caudal disponible permite absorber sin dificultad la demanda hídrica proyectada, incluso en un escenario con hasta diez proyectos operando simultáneamente.
El informe subraya que, en términos cuantitativos, la demanda de agua es insignificante en relación con los flujos naturales en estas regiones.
Por tanto, desde una perspectiva técnica, el agua no representa una barrera estructural para el despliegue industrial del hidrógeno verde en Uruguay, y pone al país en una situación privilegiada frente a otros mercados donde las restricciones hídricas han ralentizado o condicionado el desarrollo de este tipo de tecnologías.
Gobernanza hídrica
La conclusión del MIEM no se limita a constatar la viabilidad, sino que propone recomendaciones concretas para orientar las decisiones regulatorias.
El documento afirma que no se requiere aplicar medidas diferenciadas o excepcionales para la concesión de agua a proyectos de hidrógeno, siempre que se cumplan los procedimientos habituales establecidos por la Dirección Nacional de Aguas (Dinagua).
Eso sí, se sugieren criterios de priorización que podrían optimizar el uso estacional del recurso. Por ejemplo, se propone favorecer el riego agrícola en verano y considerar como alternativa para los proyectos industriales el uso de agua subterránea proveniente de capas profundas, dejando las fuentes superficiales para el consumo humano y la producción local.
Estas indicaciones no buscan imponer restricciones, sino asegurar que el despliegue industrial se realice de forma armónica con otros sectores clave para el país.
Implicaciones y atractivo
El hecho de que Uruguay cuente con suficiente disponibilidad hídrica para sustentar el crecimiento del hidrógeno verde sin generar conflictos ambientales refuerza su posicionamiento regional como un hub confiable en energía sostenible.
Además, despejar dudas sobre el agua fortalece la narrativa ambiental del país, que ha ganado reconocimiento por sus políticas de matriz energética renovable y gestión responsable de los recursos naturales.
A nivel internacional, este tipo de estudios técnicos genera confianza entre inversores institucionales, empresas energéticas y organismos multilaterales, que valoran entornos regulatorios estables y predecibles.
Más allá del contenido específico, el informe marca una diferencia cualitativa en la manera en que Uruguay aborda la transición energética: con evidencia técnica, visión de largo plazo y articulación entre ciencia, política y sostenibilidad.
El estudio del MIEM trasciende lo técnico y se inscribe en una narrativa de gobernanza inteligente, donde la planificación territorial y la sostenibilidad operan como pilares de un modelo energético inclusivo, competitivo y resiliente.
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