Uruguay dio un paso firme en la transición energética con el desarrollo de un megaproyecto de hidrógeno verde y combustibles sintéticos, una iniciativa ambiciosa que busca posicionar al país como un actor clave en el mercado global de energía sostenible.
Con una inversión estimada en 6.000 millones de dólares, el proyecto es liderado por la empresa chilena HIF Global en colaboración con Ancap, la empresa estatal uruguaya de hidrocarburos.
La planta está proyectada para instalarse en el departamento de Paysandú, en un terreno de 442 hectáreas, donde 220 hectáreas estarán destinadas a la infraestructura industrial.
A través de este proyecto, se estima que la producción alcance 180.000 toneladas de combustibles sintéticos al año, una cifra significativa que se logrará mediante la captura de aproximadamente 710.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y la generación de 100.000 toneladas de hidrógeno verde.
También te puede interesar: Paraguay avanza en normativas clave para el desarrollo seguro del hidrógeno
Estrategia e impacto
Desde el gobierno uruguayo y las empresas involucradas, se ha destacado la importancia de este megaproyecto en la estrategia de descarbonización del país, subrayando el papel fundamental que jugará en la reducción de emisiones contaminantes y en la diversificación de la matriz energética.
Uruguay ya cuenta con una base sólida en energías renovables, dado que su matriz energética está compuesta en gran parte por fuentes como la hidroeléctrica, la solar y la eólica, lo que proporciona las condiciones ideales para el desarrollo de la industria del hidrógeno verde.
Sin embargo, la magnitud del proyecto ha generado preocupaciones entre diversos sectores, especialmente comunidades locales y grupos vinculados al turismo. La proximidad de la planta a áreas naturales y la posible alteración del ecosistema han sido señaladas como aspectos que podrían traer consecuencias ambientales y económicas para la región.
Según líderes comunitarios y representantes de organizaciones ambientales, el impacto que una infraestructura de esta escala puede tener en la biodiversidad y en los atractivos turísticos de Paysandú no ha sido suficientemente analizado, lo que ha generado llamados a una mayor transparencia en los estudios de impacto ambiental y procesos de consulta ciudadana.
Por otro lado, desde el sector empresarial y gubernamental se ha insistido en los beneficios del proyecto, tanto en términos de innovación tecnológica como de generación de empleo e inversión extranjera.
Con el respaldo de capital internacional, Uruguay podría posicionarse como un referente en la producción de combustibles sintéticos, contribuyendo a la descarbonización de sectores estratégicos como el transporte y la industria pesada.
A medida que avanza la planificación del proyecto, el debate continúa abierto entre quienes ven en el hidrógeno verde una oportunidad para el desarrollo sostenible y quienes consideran que la transición energética debe realizarse con mayor cautela y una integración más activa de las comunidades en el proceso de decisión.
En los próximos meses se espera que el gobierno uruguayo y las empresas involucradas proporcionen más detalles sobre los estudios de impacto ambiental y los mecanismos de participación ciudadana, lo que será clave para determinar la viabilidad y aceptación del proyecto dentro del país.