El Dragonfly de la empresa Blue Spirit Aero (BSA) es un ambicioso diseño que utiliza múltiples motores eléctricos y hélices a lo largo del ala, bajo el principio conocido como Propulsión Eléctrica Distribuida y su ventaja es que si uno, o incluso tres o cuatro motores se detuvieran, el avión perdería rendimiento, pero seguiría volando.
En entrevista para el medio web Flyer, los ingenieros David Vincekovic, jefe de aerodinámica y rendimiento, y Florian Pasquiet, jefe de aeroestructura e integración, dijeron que al tratarse de un diseño limpio, se puede partir de las mejores prácticas actuales.
Por ejemplo, los depósitos de combustible de hidrógeno están fuera del fuselaje, ya que las fugas son inevitables en el caso del hidrógeno, lo que reduce el riesgo de incendio y se facilita el proceso de certificación. Además, cada motor eléctrico y hélice son autónomos, por lo que pueden sustituirse rápidamente.
El objetivo de Blue Spirit Aero es que el primer prototipo volador esté listo a finales de 2024 y que entre en servicio a finales de 2026.
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Actualmente, la empresa realiza la campaña de pruebas en el túnel de viento para validar las características aerodinámicas de la novedosa arquitectura de propulsión eléctrica distribuida (DEP).
Además, Blue Spirit Aero se encuentra ejecutando la campaña de pruebas de simulacro de vuelo, es decir, un avión a escala controlado por radio, para validar el rendimiento dinámico.
El mercado objetivo de BSA para el Dragonfly son las escuelas de vuelo que normalmente operan desde un aeródromo en el que se puede instalar la infraestructura para repostar con hidrógeno.
Blue Spirit Aero fue fundada por su actual director general, Olivier Savin, a mediados de 2020, y está financiada en parte por subvenciones de Aerospace Valley y busca inversores.
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Redacción | Antonio Vilela