El Gobierno de Bolivia ha dado un paso decisivo hacia la transición energética con el anuncio de sus primeros proyectos piloto de producción de hidrógeno verde en Oruro, Tarija y Santa Cruz.
Esta iniciativa forma parte de una estrategia nacional para diversificar la matriz energética, reducir la dependencia de combustibles fósiles y posicionar al país como un actor relevante en el mercado internacional del hidrógeno bajo en carbono.
La estrategia fue elaborada con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentada a finales de 2024, e incluye una hoja de ruta detallada para el desarrollo del hidrógeno verde y de bajas emisiones, identificando oportunidades, desafíos y metas a corto, mediano y largo plazo.
Durante un evento organizado junto al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el ministro de Hidrocarburos y Energías, Alejandro Gallardo, destacó que el hidrógeno verde representa una oportunidad para la industrialización, innovación tecnológica y generación de empleo en Bolivia.
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Proyectos piloto: Oruro, Tarija y Santa Cruz
En Oruro, se instalará un electrolizador de 2 MW alimentado por energía solar, a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar. Este proyecto fue presentado oficialmente como parte de la iniciativa “Acelerar para Demostrar (A2D)”, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).
Tarija, por su parte, albergará un proyecto en Villamontes, aprovechando su alta irradiación solar, y se prevé la instalación de plantas fotovoltaicas de mediana escala para alimentar el proceso de electrólisis, con el objetivo de abastecer tanto el mercado local como exportar a países vecinos.
En Santa Cruz, se desarrollarán proyectos que integran generación solar, almacenamiento energético y producción de hidrógeno, una región que busca convertirse en un centro industrial del hidrógeno verde, aprovechando su infraestructura eléctrica y su cercanía a mercados de exportación.
Certificación y proyecciones
Bolivia se adherió al Sistema de Certificación de Hidrógeno Limpio para América Latina y el Caribe (CERTHILAC), lo que permitirá certificar el origen renovable de la electricidad utilizada en los proyectos.
Dicha certificación es clave para acceder a mercados internacionales que exigen trazabilidad y sostenibilidad en la producción energética.
Además, el gobierno está gestionando financiamiento no reembolsable a través de cooperación internacional para asegurar la viabilidad de estos proyectos piloto y fomentar la formación de capacidades técnicas en el país.
Según la estrategia nacional, Bolivia podría alcanzar una producción anual de 4,2 millones de toneladas de hidrógeno verde hacia 2030, con exportaciones superiores a los 200 millones de dólares. A largo plazo, se estima una inversión acumulada de hasta 26.000 millones de dólares hasta 2050.