Martin Tangney y su iniciativa Celtic Renewables trabajan en la elaboración de biocombustibles a través de subproductos derivados de la producción de whisky escocés, con el fin de que sirvan como bases bioquímicas para la gasolina, el gasóleo y otros productos basados en el petróleo.
Según la Asociación Escocesa del Whisky, cada segundo se envían a todo el mundo unas 44 botellas de whisky escocés, lo que lo convierte en la bebida espirituosa más comercializada, con ingresos de exportación de 5.900 millones de dólares en 2021.
De acuerdo a información publicada por CNN, por cada litro de whisky se produce una enorme cantidad de residuos: 2,5 kilogramos de subproductos sólidos conocidos como draff; 8 litros de líquido conocido como pot ale y 10 litros de lías gastadas, un residuo acuoso.
Todo eso supone 684.000 toneladas métricas de barros y más de 2.300 millones de litros de pot ale al año, según Zero Waste Scotland, y aunque una parte se utiliza para alimentar a los animales, otra va a parar a los vertederos o se vierte en ríos y océanos.
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Subproductos como biocombustibles
Martin Tangney, fundador de Celtic Renewables, es un científico especializado en biocombustibles y ha ideado un uso de gran valor para estos residuos, utilizando un proceso de fermentación para transformar los subproductos del whisky en bioquímicos que pueden sustituir la gasolina y el gasóleo utilizados en vehículos.
En 2007, Tangney creó el primer centro de investigación de biocombustibles del Reino Unido en la Universidad de Napier, en Edimburgo, Escocia, y exploró desde el papel de periódico hasta las algas, antes de decidirse por los subproductos del whisky. Al ver el potencial comercial, creó Celtic Renewables en 2011.
El proceso de Tangney combina los sólidos y el pot ale, y luego inicia un proceso diferente que tiene más de un siglo de antigüedad, llamado ABE (fermentación de acetona-butanol-etanol), que utiliza bacterias anaeróbicas para convertir almidones e hidratos de carbono en acetona, butanol y etanol en una proporción de 3:6:1, de forma muy parecida a cómo la levadura hace el alcohol en la operación original.
Celtic Renewables ha recaudado 52 millones de dólares para la construcción de su primera refinería en Caledon Green, Grangemouth, que arrancó a finales de 2021. Se prevén otras sedes.
Cuando esté en pleno funcionamiento, podrá procesar 55.000 toneladas de subproductos del whisky y la empresa espera ampliarlas para procesar residuos de otras industrias de destilación de bebidas espirituosas, de procesamiento de alimentos y otras relacionadas con la producción de desechos orgánicos.
Celtic Renewables ha hecho una demostración de su combustible, conduciendo un Ford sin modificar por las carreteras escocesas con 15% de biobutanol elaborado a partir del whisky.
Según Tangney, los subproductos también podrán utilizarse para fabricar otros productos tradicionalmente derivados del petróleo, como plásticos, cosméticos, productos farmacéuticos, ropa y productos electrónicos, entre otros.
El ejemplo Glenfiddich
En Escocia ya hay vehículos que funcionan con whisky, como ocurre en la destilería Glenfiddich, operada por William Grant & Sons, que utiliza biogás fabricado in situ a partir de subproductos de su propio whisky para alimentar algunos de sus camiones, reduciendo las emisiones de carbono de los mismos en 90%.
La destilería Glenfiddich lleva convirtiendo sus subproductos del whisky en biogás desde 2008, y ahora utiliza éste ultimo para alimentar sus camiones, así como las operaciones de la destilería.
Glenfiddich, con su iniciativa «Fuelled by Glenfiddich«, está trabajando para descarbonizar sus operaciones de transporte, por lo que se asoció con IVECO, para crear su propia economía circular mediante la producción de biometano a partir de sus operaciones de destilación.
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Redacción | Antonio Vilela