Brasil continúa consolidando su posición como referente global en bioenergía con una serie de inversiones estratégicas en biocombustibles, impulsando la transición energética y la reducción de emisiones.
El gobierno brasileño anunció un nuevo paquete de incentivos para la producción de biodiésel, con el objetivo de aumentar la mezcla obligatoria en el diésel comercializado en el país. Actualmente, la proporción de biodiésel en la mezcla es del 12%, pero se espera que alcance el 15% para finales de 2025.
Empresas como Petrobras y BSBIOS han confirmado inversiones en nuevas plantas de producción, con una capacidad combinada de más de 1,5 millones de metros cúbicos anuales, iniciativas que buscan fortalecer la cadena de valor del biodiésel y reducir la dependencia de combustibles fósiles.
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Una apuesta por la diversificación
Brasil, históricamente asociado a la producción de etanol de caña de azúcar, está diversificando su matriz energética con un crecimiento acelerado en el etanol de maíz.
Según datos recientes, este biocombustible ha pasado de representar el 2% de la oferta nacional a alcanzar el 19%, impulsado por 22 nuevos proyectos de construcción y ampliación de plantas.
Uno de los proyectos más destacados es el de Tocantins Bioenergia, que se instalará en Miranorte, Tocantins, con una ubicación estratégica para abastecer el noreste brasileño.
Además, empresas como Raízen han anunciado inversiones de R$ 1.200 millones por planta para la construcción de dos nuevas unidades en São Paulo, con una capacidad combinada de 278 millones de litros anuales.
Innovación e impacto
Brasil también está apostando por los biocombustibles de segunda generación (E2G), que utilizan residuos agrícolas y forestales para su producción.
La empresa Raízen ha inaugurado una nueva planta en São Paulo con una capacidad de 300 millones de litros anuales, lo que representa un avance significativo en la diversificación de la matriz energética.
El E2G no solo reduce las emisiones de carbono, sino que también optimiza el uso de recursos agrícolas, alineándose con los principios de economía circular y sostenibilidad.
Según un informe del Observatorio de Bioenergía de la Fundación Getulio Vargas (FGV), el uso de biocombustibles en Brasil evitó la emisión de 65 millones de toneladas de CO2 en 2024, consolidando la bioenergía como un pilar clave en la estrategia de descarbonización del país.
Además, la expansión del biodiésel ha permitido una reducción del 2% en la intensidad de carbono del transporte pesado, lo que equivale a la reforestación de más de 110.000 hectáreas de bosque tropical.
Con estas iniciativas, Brasil refuerza su compromiso con la sostenibilidad y la reducción de emisiones, posicionándose como un actor clave en la transición energética global.