El gobierno de Argentina dio un paso significativo hacia la descarbonización del transporte marítimo con la aprobación del uso voluntario de biocombustibles en embarcaciones fluviales y marítimas.
La medida, formalizada mediante la Resolución 252/2025 de la Secretaría de Energía, permite que los barcos utilicen biocombustibles en estado puro o mezclados con combustibles fósiles, siempre que sus motores sean compatibles.
El transporte marítimo representa aproximadamente el 3% de las emisiones globales de CO2, y la adopción de biocombustibles podría reducir estas emisiones hasta en 80% en comparación con el uso exclusivo de combustibles fósiles.
La medida busca incentivar el uso de biodiésel y bioetanol, derivados de aceites vegetales y residuos agrícolas, como alternativas más sostenibles.
Según la Organización Marítima Internacional (IMO), el sector marítimo debe reducir sus emisiones en50% para 2050, y los biocombustibles juegan un papel clave en esta transición.
En Argentina, el uso de biodiésel en embarcaciones podría disminuir la huella de carbono del transporte fluvial en hasta 1,2 millones de toneladas de CO2 al año.
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Regulación y nuevos actores en el sector
La normativa también introduce la figura del Operador de Búnker, un nuevo registro dentro del sistema de biocombustibles que permitirá a empresas especializadas suministrar estos combustibles a embarcaciones.
Este cambio regulatorio abre oportunidades para productores de biocombustibles y fortalece la infraestructura logística en puertos clave como Bahía Blanca y Rosario.
El Registro de Operadores de Biocombustibles y Mezcladores ahora incluye a los proveedores de biocombustibles para barcos, quienes deberán cumplir con requisitos de trazabilidad, almacenamiento y calidad.
Esto permitirá un monitoreo más eficaz del tipo de combustible utilizado y garantizará estándares ambientales en toda la cadena logística.
Perspectivas y desafíos para Argentina
Si bien la medida ha sido bien recibida por el sector, algunos expertos señalan que aún falta una estrategia clara para incentivar su adopción masiva.
La ausencia de una mezcla obligatoria, como ocurre con el biodiésel en el transporte terrestre, deja la decisión en manos de los operadores privados, lo que podría ralentizar su implementación.
Además, el precio de los biocombustibles en Argentina sigue siendo un desafío. Aunque el biodiésel se comercializa a nivel internacional en dólares, los precios locales están regulados en pesos, lo que genera incertidumbre para los productores.
La industria ha solicitado una revisión de la política de precios para garantizar la competitividad del sector.
A pesar de los desafíos, la aprobación del uso de biocombustibles en embarcaciones marca un avance en la transición energética de Argentina y posiciona al país en línea con tendencias internacionales de reducción de emisiones en el transporte marítimo.
La medida no solo abre nuevas oportunidades para el sector de biocombustibles, sino que también contribuye a la sostenibilidad del comercio marítimo y fluvial.